Cambio de roles


Cambio de roles



Corría a toda velocidad en dirección al bosque, huyendo de esos científicos aterradores que me querían de regreso a mi jaula.

Por suerte, en el momento en que la luz de la luna me ilumino, decidí transformarme. Me salió pelo por todas partes, uñas largas y afiladas, dientes brillantes y pude correr más rápido y adentrarme en el bosque.


Tropecé y comencé a caer. Caí al lado de una pequeña cueva en la que habitaba una familia de jabalís que inmediatamente salieron para ver qué había caído encima de su cueva. Empecé a ver borroso y perdí el control de mi cuerpo. Cuando recupere el control vi uno de los jabalís muerto en el suelo. Le arranque la piel con mis manos de humano y la ayuda de una piedra afilada y me la puse encima para abrigarme, y entonces empecé a comerme el difunto jabalí.


Hacía frío y no tardo en comenzar a nevar, me adentre en la cueva y me envolví como una bolita con la piel de jabalí.

Me dormí, al principio estaba tranquilo hasta que empecé a soñar con lo sucedido y vi a Pol, note como empecé a sudar y como me palpitaba el corazón.

Pol me alargaba la mano y me decía que no me preocupara mientras me llevaba al sótano. Yo esperaba sentado en el sofá que había mientras llamaba a alguien por teléfono, debí escaparme y protegido de él. Recuerdo que fue solo colgar el teléfono que entraron unos hombres de negro que me pusieron correa y bozal aunque no estuviera en mi forma de lobo salvaje e incontrolable. Pol solamente me miro con una sonrisa cruel en su rostro mientras se ponía una bata blanca y se subía en una furgoneta negra.

También recuerdo que cambié de forma porque el bozal me apretaba. Cuando la furgoneta se detuvo me empujaron fuera. Me arrastraron con la correa, llevándome hacia dentro de un laboratorio. Adentro del cual me obligaron a realizar pruebas en mis dos formas, y si me negaba me dejaban sin comida o me daban latigazos.

Decidí huir de allí en cuanto oí que me iban a matar para usar partes de mi cuerpo para hacer curas  y medicinas para ellos. Esperé el momento oportuno y entonces ui hacia el bosque.


Me desperté. Había dejado de nevar. Me levanté, aunque me dolieran las heridas por la pelea. Comencé a pensar que haría ahora. Lo único que se me ocurrió fue buscar ayuda.

¿Pero dónde? ¿En quién podía confiar? ¿Abría gente como yo, y además, ¿Dispuesta a ayudarme?

Corrí tanto como pude para alejarme de allí.

Las preguntas no dejaban de atormentarme. Y sin darme cuenta volví a mi forma de lobo. Seguí corriendo hasta que un acantilado  me detuvo. Un aullido de dolor salió de mi interior. Y para mi sorpresa obtuve respuesta. Detrás de mí, cinco lobos me miraban fijamente, pero no amenazantes, parecían haber entendido mi mensaje.

Me hicieron un gesto para que los siguiera y los seguí. Llegamos a una cueva y me sorprendieron cuando cambiaron su aspecto de lobo por el de un humano. Nos adentramos en la cueva, allí había muchos más de nuestra especie. Me llevaron con el líder y allí le conté mi historia. Él escuchó atentamente hasta que termine de hablar y luego respondió con una voz grave:


-No eres el primero al que le pasa eso, todos los aquí presentes hemos conseguido escapar, los que no lo consiguieron están muertos.

-¿Y por qué si podéis pararlos no lo habéis hecho ya? Ya nos sois tan débiles

-¿Que propones?

-Venganza…


Juntos ideaos el plan perfecto. Cuando pusimos en marcha el plan iba de maravilla hasta que nos encontramos a  Pol, el que nos buscaba y capturaba. Me tiré encima suyo, con mi forma salvaje, que me habían ayudado a controlar mi manada.

Tenía una mirada asustada y a la vez triste, en cabio yo lo miraba con rabia, tanta rabia que quise arrancarle la cabeza del cuerpo. No lo hice, merecía un sufrimiento digno del dolor que había causado en nosotros. Así que abrí mi boca y le clave los dientes en el brazo, después de escuchar su grito de dolor se lo arranque, le arranqué el brazo y empezó a gritar desesperadamente. Por un momento me vi a mi reflejado, retorcido de dolor.


Marché corriendo pensando en si ahora yo me había convertido en el malvado al que tanto había temido.

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